La Torre del Espejismo
Un relato inspirado por la fotografía
En la bulliciosa ciudad de Metronia, había una torre que solo podía verse en los días de lluvia. Los habitantes la llamaban “La Torre del Espejismo” y contaban historias sobre las maravillas y misterios que escondía. Cada vez que llovía, la torre aparecía reflejada en los charcos y riachuelos que se formaban en las calles, pero nadie había logrado encontrar su verdadera ubicación.
Un día, Marta, una intrépida reportera siempre en busca de una buena historia, decidió que sería la primera en desentrañar el secreto de la torre. Armada con su cámara y una capa impermeable, se lanzó a las calles bajo una tormenta torrencial, siguiendo las distorsiones reflejadas en los charcos y tratando de descifrar el patrón de su aparición.
Mientras caminaba, notó que las ondas en el agua no solo reflejaban la torre, sino que también parecían señalar una dirección. Siguió las ondas, cruzando callejones y plazas, hasta llegar a un rincón de la ciudad donde nunca había estado antes. Allí, en un charco particularmente grande, la imagen de la torre era más nítida que nunca.
Marta tocó la superficie del agua, y en un parpadeo, se encontró de pie frente a la Torre del Espejismo. La torre, hecha de cristal y luz, se alzaba majestuosa en medio de una plaza vacía, como si existiera en un mundo aparte. Fascinada, entró por la gran puerta de vidrio y se encontró en un vestíbulo lleno de espejos.
Cada espejo reflejaba una versión diferente de la torre y de sí misma. En uno, se vio a sí misma vestida con ropas de otra época; en otro, vio una versión de la torre en ruinas, cubierta de vegetación. A medida que avanzaba, los reflejos se volvían más extraños y fascinantes, mostrándole mundos alternativos y posibilidades infinitas.
En el último piso, encontró una sala con una vista panorámica de Metronia, pero la ciudad que veía era diferente: más brillante, más viva. Comprendió que la Torre del Espejismo no era solo un edificio, sino un portal a infinitas realidades. Tomó fotografías de todo lo que vio, sabiendo que pocos creerían su historia, pero con la certeza de que había descubierto algo extraordinario.
Al salir de la torre, la tormenta había cesado y el reflejo había desaparecido. Marta volvió a las calles de Metronia, sabiendo que la torre seguiría siendo un misterio para muchos, pero con la satisfacción de haber visto lo que pocos habían visto. Y aunque las fotografías que tomó eran impresionantes, sabía que la verdadera magia de la Torre del Espejismo residía en las posibilidades que ofrecía a quienes se atrevieran a seguir sus reflejos.