El Puente de los Sueños
Un relato inspirado por la fotografía
En una ciudad donde las fronteras entre el sueño y la realidad se desdibujaban con cada amanecer, Sofía descubrió un lugar que parecía existir en ambos mundos. Era un puente antiguo, olvidado por la mayoría, donde el agua que corría por debajo parecía tener una vida propia. Cada mañana, al cruzar el puente para ir al trabajo, Sofía notaba cómo los reflejos en el agua contaban una historia diferente.
Un día, intrigada por las imágenes distorsionadas que veía, decidió detenerse y observar más de cerca. En la superficie ondulante, vio reflejos de torres altas, árboles que se mecían suavemente y caminos que se extendían hacia el infinito. Pero lo que más le llamó la atención fue la aparición de figuras humanas, sombras que parecían moverse y actuar por cuenta propia.
Sin poder resistirse, Sofía tocó la superficie del agua con la punta de los dedos. De repente, sintió un tirón suave y fue arrastrada hacia el reflejo. Al abrir los ojos, se encontró en un mundo donde todo era familiar pero diferente. Las torres reflejadas eran ahora castillos de cristal, los árboles eran gigantescos con hojas doradas, y los caminos estaban pavimentados con luz.
Las sombras humanas eran habitantes de este mundo, cada una con una historia que contar. Una anciana de cabellos plateados se le acercó y le dijo: “Este es el Puente de los Sueños. Aquí, las imágenes reflejadas son deseos y memorias, capturadas en un momento de transición entre la vigilia y el sueño.” Sofía se maravilló con cada paso que daba, explorando este lugar de ensueño, donde los límites de la realidad no existían y todo era posible.
Después de lo que parecieron horas, la anciana la guió de vuelta al puente. “Recuerda,” dijo, “cada vez que cruces el puente, tus sueños y deseos se reflejarán en el agua. Observa atentamente, y encontrarás respuestas a preguntas que aún no has formulado.”
Sofía volvió a la realidad, de pie sobre el puente antiguo, pero ahora lo veía con nuevos ojos. Cada día, al cruzarlo, se detenía un momento para mirar las ondulaciones y recordar su viaje al Puente de los Sueños. Sabía que, aunque solo fuera por un instante, podía tocar ese mundo mágico y llevar consigo un fragmento de su maravilla a su vida diaria.