El Eco de los Secretos
Relato inspirado por la fotografía.
En una ciudad donde el tiempo parecía detenerse cada atardecer, Helena descubrió un rincón mágico que solo se revelaba a los ojos curiosos. Caminaba por un antiguo pasaje, cuando notó un estanque olvidado, cuyas aguas reflejaban el mundo de una manera peculiar. En lugar de ver simplemente el entorno, Helena percibió sombras paralelas, figuras alargadas que parecían contar historias de otro tiempo.
Intrigada, se acercó al borde del estanque, observando cómo las sombras se movían con una vida propia. Era como si cada figura en el reflejo estuviera atrapada en un ciclo interminable de repetición, ecos de secretos que habían sido susurrados siglos atrás. Una de las sombras, más nítida que las demás, llamó su atención. Era la figura de una mujer, con una silueta familiar pero borrosa, que parecía estar esperando algo o alguien.
Helena sintió una conexión inexplicable con esa figura. Cerró los ojos y dejó que su mente viajara, sintiendo cómo el tiempo y el espacio se difuminaban. De repente, se encontró en un lugar diferente, una versión de la ciudad bañada en luces suaves y sombras profundas. Las figuras del reflejo ahora caminaban a su alrededor, cada una llevando un fragmento de una historia olvidada.
La mujer de la sombra se le acercó, y con una voz suave, le dijo: “Somos los ecos de tus propios recuerdos, partes de ti que has dejado atrás pero que nunca te han abandonado.” Helena comprendió entonces que estaba viendo su propio pasado reflejado en las aguas mágicas del estanque. Cada sombra era una parte de su vida, momentos que había vivido y personas que había conocido.
Pasaron horas, o tal vez solo minutos, mientras Helena recorría este mundo de sombras y luces, recordando y redescubriendo partes de su vida que había olvidado. Finalmente, la mujer de la sombra la condujo de vuelta al borde del estanque. “Nunca olvides,” dijo la mujer, “que cada sombra lleva consigo un secreto, un eco de lo que fuimos y de lo que podemos ser.”
Al abrir los ojos, Helena se encontró nuevamente en el pasaje antiguo, el estanque a sus pies. Las sombras seguían allí, pero ahora las veía con una nueva claridad. Con una sonrisa, se alejó, sabiendo que siempre podría regresar a ese rincón mágico para encontrar los ecos de sus propios secretos, reflejados en las sombras paralelas del agua.