El Claro de las Ondas
Relato inspirado por la fotografía.
En lo profundo del Bosque del Espejismo, había un rincón conocido como el Claro de las Ondas, un lugar envuelto en misterio donde la realidad y la fantasía se entrelazaban. Cualquiera que se aventurara allí encontraba un paisaje que desafiaba la lógica: los árboles parecían bailar y las hojas se movían como si estuvieran sumergidas en agua.
Un día, Sofía, una joven exploradora con una pasión por lo extraño y lo maravilloso, decidió adentrarse en el bosque para descubrir el secreto del Claro de las Ondas. Armada con su cámara y una brújula antigua, avanzó decidida entre el follaje. Cada paso la acercaba más a un mundo que solo había oído en historias de los ancianos del pueblo.
Cuando finalmente llegó, se quedó sin aliento. El verde y el marrón se fundían en un espectáculo hipnótico de formas ondulantes. Parecía como si el bosque estuviera vivo, respirando y moviéndose con cada latido del corazón de la tierra. Sofía levantó su cámara para capturar la escena, pero se dio cuenta de que ninguna foto podría hacer justicia a lo que sus ojos veían.
De repente, notó un movimiento entre las sombras. De las ondulaciones surgió un pequeño ser, no más alto que su rodilla, hecho de hojas y ramas. Tenía ojos brillantes y una sonrisa juguetona. «Bienvenida, forastera,» dijo el ser con una voz suave como el susurro del viento. «Soy Morfeo, el guardián de este claro.»
Sofía parpadeó, sorprendida. «¿Morfeo? ¿Como el dios de los sueños?»
«Exactamente,» respondió Morfeo. «Este lugar es un umbral entre el mundo real y el mundo de los sueños. Aquí, todo es posible y nada es lo que parece.»
Intrigada, Sofía pasó horas hablando con Morfeo, aprendiendo sobre los secretos del bosque y las criaturas mágicas que lo habitaban. Descubrió que el Claro de las Ondas era un refugio para aquellos que buscaban inspiración y belleza, un lugar donde los límites entre lo real y lo imaginario se desvanecían.
Antes de irse, Morfeo le dio a Sofía una pequeña hoja de cristal, brillante y transparente. «Llévala contigo,» dijo. «Cuando necesites recordar que la magia existe, solo mírala y el Claro de las Ondas volverá a ti.»
Sofía regresó al pueblo, llevando consigo no solo una historia increíble sino también la certeza de que en algún lugar, en lo profundo del bosque, la magia vivía y respiraba en el Claro de las Ondas.