Comprar arte como inversión: ¿mito o realidad?

En los últimos años, se ha intensificado el debate en torno al arte como vehículo de inversión. Las noticias sobre subastas millonarias, la popularización del arte contemporáneo y el auge del mercado digital han hecho que muchas personas se pregunten si adquirir una obra de arte puede ser una decisión financiera tan sensata como comprar acciones o inmuebles.

¿Se trata de una oportunidad de rentabilidad real? ¿O es, en muchos casos, una percepción distorsionada por unos pocos casos excepcionales? Como en casi todo lo relacionado con el arte, la respuesta es compleja y matizada.

El arte y el mercado: una historia antigua, pero no siempre rentable

El vínculo entre arte y valor económico no es nuevo. Desde el Renacimiento, mecenas y aristócratas han financiado obras con la esperanza de que éstas perduraran como símbolo de prestigio o legado familiar. Sin embargo, el arte como «activo financiero» moderno es una idea más reciente, y no exenta de controversias.

Durante el siglo XX, especialmente a partir de los años 80, el mercado del arte empezó a comportarse más como un mercado especulativo, con artistas contemporáneos alcanzando cifras récord en subastas internacionales. El fenómeno se intensificó con la globalización y, más recientemente, con la aparición de los NFT (tokens no fungibles), que atrajeron a nuevos perfiles de inversores atraídos más por la rentabilidad potencial que por el contenido artístico.

No obstante, a pesar del atractivo mediático, los datos apuntan a que la mayoría de las obras de arte no generan beneficios económicos para sus propietarios. En muchos casos, mantener una obra (seguros, conservación, almacenamiento, transporte, impuestos) supone un coste considerable.

¿Por qué se considera el arte una inversión?

Aun así, existen razones por las que muchos expertos consideran que el arte puede formar parte de una estrategia de inversión diversificada:

  • 1. Escasez y unicidad

Cada obra es única, o al menos limitada en su producción. Esta escasez puede hacer que, con el tiempo y en determinados contextos, su valor aumente.

  • 2. Diversificación patrimonial

El arte se comporta de forma distinta a otros activos financieros, como acciones o bonos. Esto lo convierte en una herramienta útil para diversificar carteras, especialmente en tiempos de incertidumbre económica o inflación.

  • 3. Valor cultural y simbólico

Además de su posible rentabilidad, el arte ofrece una dimensión emocional, estética y cultural que otros activos no tienen. Es un bien que puede disfrutarse en lo personal.

  • 4. Transmisión intergeneracional

Muchas colecciones de arte forman parte del patrimonio familiar y se transmiten de generación en generación. Algunas legislaciones incluso contemplan ventajas fiscales en este contexto, aunque esto varía según el país.

Las cifras del mercado: ¿qué dice la realidad?

Según el informe Art Market Report de Art Basel y UBS (2023), el mercado global del arte alcanzó los 67.8 mil millones de dólares, con un aumento en la venta de obras de arte contemporáneo. Sin embargo, este crecimiento se concentra en segmentos muy específicos del mercado: grandes artistas consolidados, obras históricas, o piezas muy demandadas por fondos y coleccionistas institucionales.

En contraste, el mercado para artistas emergentes o de rango medio es más inestable y presenta una alta tasa de obras que nunca se revenden con beneficios. Un estudio publicado por el economista Magnus Resch en su libro How to Become a Successful Artist revela que más del 95 % de los artistas no logra colocar sus obras en galerías de alto perfil o museos, lo que reduce significativamente las probabilidades de revalorización a largo plazo.

Los riesgos de considerar el arte como inversión

El arte puede generar beneficios, pero también conlleva riesgos que deben entenderse antes de hacer una inversión:

  • 1. Falta de liquidez

A diferencia de los activos financieros tradicionales, vender una obra de arte puede llevar tiempo y depender de las condiciones del mercado. No existe un mercado secundario regulado ni estandarizado.

  • 2. Costes asociados

Conservar una obra de arte en buenas condiciones implica gastos en seguros, restauración, condiciones ambientales controladas y comisiones si se acude a galerías o casas de subastas para venderla.

  • 3. Valor subjetivo

El precio del arte está influido por factores poco racionales: la percepción del mercado, el prestigio del artista, la narrativa detrás de la obra… Esto dificulta una valoración objetiva del activo.

  • 4. Falsificaciones y procedencia dudosa

El arte es uno de los sectores más afectados por falsificaciones y por obras con procedencia no verificada. Sin una documentación clara, el valor puede verse comprometido.

  • 5. Volatilidad del mercado contemporáneo

Las modas y tendencias cambian. Un artista muy cotizado hoy puede caer en el olvido mañana. Esto ocurre incluso en segmentos de alto nivel.

¿Qué obras tienen más posibilidades de revalorizarse?

No existe una fórmula infalible, pero los expertos en inversión en arte suelen fijarse en una serie de indicadores:

  • Trayectoria del artista: si ha expuesto en museos reconocidos, si está representado por galerías con proyección internacional o si su obra ha sido adquirida por colecciones institucionales.
  • Contexto de la obra: el momento histórico, la temática o la innovación técnica también influyen.
  • Mercado secundario: que una obra haya sido vendida con anterioridad en una casa de subastas relevante es un buen indicador de liquidez potencial.
  • Certificación y procedencia: contar con documentación que acredite la autenticidad y la historia de la obra es imprescindible.

¿Qué papel juegan los asesores de arte?

En el ámbito de la inversión artística, es habitual recurrir a asesores o consultores especializados. Su función es guiar al comprador en la selección de obras con potencial, evitar fraudes, identificar artistas con proyección y ofrecer una visión estratégica del mercado.

Al igual que en el sector financiero, contar con información y experiencia puede marcar la diferencia entre una inversión acertada y una compra impulsiva.

Alternativas: fondos de inversión en arte y fraccionamiento

En los últimos años han surgido nuevas formas de participar en el mercado del arte sin adquirir una obra física. Algunos fondos de inversión especializados compran obras de alto valor y reparten participaciones entre varios inversores. También existen plataformas de fractional ownership (propiedad fraccionada), que permiten invertir en una parte de una obra.

Estas fórmulas pueden reducir algunos riesgos, pero también diluyen el componente estético y emocional del coleccionismo tradicional.

Comprar arte como inversión no es un mito, pero tampoco es una garantía de éxito financiero. Se trata de un mercado con oportunidades reales, pero también con riesgos significativos y una alta dependencia de factores externos al control del comprador.

El arte puede formar parte de una cartera diversificada, especialmente para inversores con experiencia, sensibilidad estética y un horizonte temporal a largo plazo. Pero antes de comprar por la posible revalorización, conviene tener claro que el valor del arte no reside solo en su precio, sino en su capacidad para enriquecer la experiencia humana.

Si hay una lección que se repite en todos los análisis serios sobre este tema, es la siguiente: quienes compran arte por pasión y conocimiento suelen acertar más que quienes compran solo por especulación.

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Autor:

Autor de varios libros entre los que se encuentran títulos como "Mosaico de emociones ocultas", "Chefchauen. La ciudad azul de Marruecos" y "Descubriendo los molinos del Guadaíra", entre otros. Mi carrera en el mundo de la fotografía ha sido reconocida con varios premios destacados, incluyendo Menciones de Honor en los International Monochrome Awards y el codiciado Premio Bronce en los International Photography Awards Spain. Desde 2015, formo parte del prestigioso proyecto NThePhoto de Nikon, una distinción reservada para los cien mejores fotógrafos de España.